Los científicos han descubierto el mecanismo mediante el cual una sustancia química conocida como perclorato se acumula en la leche materna y causa déficits cognitivos y motores en los recién nacidos.
Usado desde los años cuarenta para fabricar explosivos y combustible de cohetes, el contaminante sigue estando ampliamente presente en el agua y los alimentos, según afirman los expertos.
Las altas concentraciones de perclorato en la leche materna puede pasarse al feto durante el embarazo y afectan la capacidad del bebé para producir tiroides, una hormona esencial, según sugiere un estudio reciente. El perclorato puede disminuir la cantidad de yodo disponible en la madre para proveer a su bebé y un bebé necesita yodo para producir las hormonas tiroideas.
"El déficit de hormona tiroides es particularmente delicado si se da al principio de la vida porque el sistema nervioso central no ha madurado por completo", afirmó la Dra. Nancy Carrasco, autora del estudio, profesora de farmacología molecular del Colegio de medicina Albert Einstein de la ciudad de Nueva York.
Las hormonas tiroideas son "absolutamente críticas" para el desarrollo y maduración del sistema nervioso central, los músculos esqueléticos y los pulmones, explicó.
En investigaciones de laboratorio y con ratas, el equipo de Carrasco encontró que el perclorato limitaba la cantidad de yodo portada en las glándulas mamarias de la madre. La única fuente de yodo que un bebé tiene por lo general es la leche materna, explicó.
Su equipo descubrió que el perclorato se acumula en la leche materna, pero antes de este estudio "no sabíamos que se pasaba tan activamente al bebé", afirmó.
Carrasco y sus colegas del Einstein y la Universidad Johns Hopkins alcanzaron la conclusión después de estudios experimentales sobre cómo el yoduro de sodio lleva el perclorato a, y lo concentra en, las glándulas mamarias.
Los próximos pasos en esta investigación incluirán estudios con animales para evaluar los efectos de la exposición al perclorato durante el embarazo, apuntó.
El debate continúa sobre qué cantidad de perclorato constituye una concentración alta y dañina, dijo Carrasco. Pero hace mucho que los científicos saben que la deficiencia de yodo contribuye a un menor CI.
El nuevo hallazgo es relevante para los estándares para los niveles aceptables de perclorato de la Environmental Protection Agency, añadió R. Thomas Zoeller, profesor de biología en la Universidad de Massachusetts en Amherst quien ha prestado servicio en los paneles de revisión científica de la EPA para la evaluación del perclorato.
Cuando se establecieron los estándares de seguridad actuales, la EPA no estaba pensando en cómo se concentra el perclorato en la leche materna, afirmó.
Zoeller dijo que el descubrimiento del estudio sobre cómo se transporta el perclorato a la leche materna es importante para regular los estándares de seguridad debido a que el perclorato tiene una vida media de unas ocho horas y no se acumula en el organismo. Pero debido a los nuevos hallazgos, "ya no tenemos que debatir si el perclorato se concentra en la leche", añadió. "Tenemos suficientes datos para saber que es algo muy peligroso".
Zoeller añadió que se necesitan estudios de gran tamaño para confirmar los hallazgos.
Ahora es "enormemente importante averiguar si el perclorato en la leche [materna] está afectando las hormonas tiroideas en los bebés", señaló. Zoeller apuntó que llevar a cabo un estudio así sería difícil porque conllevaría sacar sangre a bebés de una o dos semanas.
Tyrone Hayes, profesor de biología integral de la Universidad de California en Berkeley, dijo que el descubrimiento de un mecanismo mediante el cual el perclorato puede transmitirse a los bebés es importante.
"Creo que probablemente la significación más obvia es que tenemos un contaminante muy común en el ambiente que tiene efectos negativos profundos, y que el impacto más profundo es en humanos que no tienen opción en una etapa crítica del desarrollo que puede afectar el resto de sus vidas", afirmó.
Usado desde los años cuarenta para fabricar explosivos y combustible de cohetes, el contaminante sigue estando ampliamente presente en el agua y los alimentos, según afirman los expertos.
Las altas concentraciones de perclorato en la leche materna puede pasarse al feto durante el embarazo y afectan la capacidad del bebé para producir tiroides, una hormona esencial, según sugiere un estudio reciente. El perclorato puede disminuir la cantidad de yodo disponible en la madre para proveer a su bebé y un bebé necesita yodo para producir las hormonas tiroideas.
"El déficit de hormona tiroides es particularmente delicado si se da al principio de la vida porque el sistema nervioso central no ha madurado por completo", afirmó la Dra. Nancy Carrasco, autora del estudio, profesora de farmacología molecular del Colegio de medicina Albert Einstein de la ciudad de Nueva York.
Las hormonas tiroideas son "absolutamente críticas" para el desarrollo y maduración del sistema nervioso central, los músculos esqueléticos y los pulmones, explicó.
En investigaciones de laboratorio y con ratas, el equipo de Carrasco encontró que el perclorato limitaba la cantidad de yodo portada en las glándulas mamarias de la madre. La única fuente de yodo que un bebé tiene por lo general es la leche materna, explicó.
Su equipo descubrió que el perclorato se acumula en la leche materna, pero antes de este estudio "no sabíamos que se pasaba tan activamente al bebé", afirmó.
Carrasco y sus colegas del Einstein y la Universidad Johns Hopkins alcanzaron la conclusión después de estudios experimentales sobre cómo el yoduro de sodio lleva el perclorato a, y lo concentra en, las glándulas mamarias.
Los próximos pasos en esta investigación incluirán estudios con animales para evaluar los efectos de la exposición al perclorato durante el embarazo, apuntó.
El debate continúa sobre qué cantidad de perclorato constituye una concentración alta y dañina, dijo Carrasco. Pero hace mucho que los científicos saben que la deficiencia de yodo contribuye a un menor CI.
El nuevo hallazgo es relevante para los estándares para los niveles aceptables de perclorato de la Environmental Protection Agency, añadió R. Thomas Zoeller, profesor de biología en la Universidad de Massachusetts en Amherst quien ha prestado servicio en los paneles de revisión científica de la EPA para la evaluación del perclorato.
Cuando se establecieron los estándares de seguridad actuales, la EPA no estaba pensando en cómo se concentra el perclorato en la leche materna, afirmó.
Zoeller dijo que el descubrimiento del estudio sobre cómo se transporta el perclorato a la leche materna es importante para regular los estándares de seguridad debido a que el perclorato tiene una vida media de unas ocho horas y no se acumula en el organismo. Pero debido a los nuevos hallazgos, "ya no tenemos que debatir si el perclorato se concentra en la leche", añadió. "Tenemos suficientes datos para saber que es algo muy peligroso".
Zoeller añadió que se necesitan estudios de gran tamaño para confirmar los hallazgos.
Ahora es "enormemente importante averiguar si el perclorato en la leche [materna] está afectando las hormonas tiroideas en los bebés", señaló. Zoeller apuntó que llevar a cabo un estudio así sería difícil porque conllevaría sacar sangre a bebés de una o dos semanas.
Tyrone Hayes, profesor de biología integral de la Universidad de California en Berkeley, dijo que el descubrimiento de un mecanismo mediante el cual el perclorato puede transmitirse a los bebés es importante.
"Creo que probablemente la significación más obvia es que tenemos un contaminante muy común en el ambiente que tiene efectos negativos profundos, y que el impacto más profundo es en humanos que no tienen opción en una etapa crítica del desarrollo que puede afectar el resto de sus vidas", afirmó.
- ¿Donde ese encuentra el perclorato?
El perclorato también se usa en cantidades menores en productos diversos como los fuegos artificiales, agentes explosivos, fósforos, aceites lubricadores, reactores nucleares, airbags, y ciertos tipos de abono,1 así como en el curtido y elaboración de cueros, y en la producción de goma, pinturas, y esmalte.Los residuos del perclorato se encuentran con cada vez mayor frecuencia en el agua, en las tierras, y hasta aún en la comida.
El perclorato es conocido como una toxina persistente, es decir que puede permanecer en el agua y tierra durante períodos largos.
(FUENTES: Nancy Carrasco, M.D., professor, molecular pharmacology, Albert Einstein College of Medicine, Yeshiva University, New York City; Tyrone Hayes, Ph.D., professor, integrative biology, University of California at Berkeley; R. Thomas Zoeller, Ph.D, professor, biology, University of Massachusetts, Amherst; December 3-7, 2007, Proceedings of the National Academy of Sciences online)
Fuente: Fibromialgia
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